Saturday 30 January 2016

Cómo alimentar el alma en Cap de Creus

Me gustan los rincones singulares en los que uno va a estar consigo mismo, como es Cap de Creus. Además, tiene sus momentos. Hacia el final del post veréis porqué son tan especiales...


Saliendo de Cadaqués hacia Port Lligat, donde se encuentra la casa donde vivió Dalí, y que ahora es un museo muy recomendable, nos vamos adentrando en un nuevo paisaje a través de una estrecha y sinuosa carretera. La civilización va quedando atrás; lejos.

A medida que nos vamos acercando el paisaje va cambiando. Agreste, lunático, rocoso. Bonito, especial, mágico. Lo primero que llama la atención es el gran contraste entre el gris marrón de las rocas y el azul del mar y el cielo. Único.


Pero lo más bonito de todo es adentrarse por sus innumerables caminos y buscar un buen lugar para sentarse y observar... escuchar... sentir... los detalles, el brillo de la pirita incrustada en el gris estriado de cada piedra. El olor del tomillo o romero con la sal del mar. Los marcados tonos verdosos y amarillentos de sus arbustos. Dibujar objetos a través de la mirada con las infinitas formas de sus rocas. Sentir el viento, que si podéis ir cuando la Tramuntana sopla, os va a remover hasta las entrañas. Escuchar su susurro que va modelando sus rocas... Los embistes del Mediterraneo y el murmullo de sus olas... Un Rincón que la Naturaleza ha creado para alimentar nuestra alma.

En verano suele haber mucha gente, y los fines de semana también. 

La recomendación que os hago es poder visitar este paisaje lunar a la salida del sol, en invierno. Bien abrigados, con un termo con te y alguna cosa para comer. Ver salir a Helios del fondo del mar en este lugar es indescriptible. En la foto no podréis apreciar los detalles, el momento. Hay vivirlo y sentirlo. 

Sus sonidos y sus silencios nos recuerdan que formamos parte de la inmensidad del universo, de la Naturaleza... que estamos hechos de su misma esencia.










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