“Nuestro
conocimiento existente y acumulado nos condiciona, modela nuestro pensamiento y
se convierte en el filtro a través del cual vemos el mundo. El conocimiento nos
impide aceptar nuevas ideas y oportunidades.”
Jay Rao
Innovación es un concepte que está en
muchas bocas hoy en día, pero desgraciadamente en pocas mentes y menos aún, en
pocos corazones. Digo desgraciadamente porque, a parte de ser un concepto muy
importante para encontrar salidas a las problemáticas actuales, es una necesidad
que va desde el ámbito personal al profesional. De esta manera, para encontrar
un trabajo, bajar de peso, restablecer la comunicación con la pareja o los
hijos, hasta encontrar una salida creativa a un producto, mejorar la notoriedad
de marca... la innovación es crucial.
Pero para innovar es muy necesario crear
la “cultura de la innovación”. Una disciplina, no diré rutinaria, pero casi
casi, que nos permita ir adquiriendo hábitos que nos vayan programando nuestra
mente y nuestro corazón para desarrollarnos en una manera de hacer que nos
lleve a innovar en el ámbito que deseemos.
En nuestra sociedad, el término
disciplina está muy mal visto. Tiene connotaciones negativas que asociamos a
autoritarismo, falta de libertad, etc. Y nada más lejos de la realidad!
Precisamente, en una charla fortuita en el tren para Barcelona con mi amigo
Xavi Carpintero, de DO Sinergia, me explicaba como a nuestra generación,
asociábamos disciplina a tales connotaciones negativas, y buscábamos la
libertad a través de no programar nada, improvisar, no organizar, etc. Y es
totalmente al contrario! Cuanto más organizados estamos y seguimos
disciplinariamente el programa que nosotros mismos nos hemos diseñado para
lograr lo que queremos, más cerca estamos de la libertad.
Al final del día, si podemos hacer todo
lo que nos hemos propuesto, nos sentimos bien y felices con nosotros mismos.
Por otro lado, si hemos hecho muchas cosas diferentes, improvisando, y aun así,
no hemos hecho todo lo que queríamos hacer, nos sentimos cansados y mal por no
haver hecho tal y cual cosa que queríamos.
En este sentido, si queremos buscar una
nueva manera de hacer algo que nos guste, que nos diferencie del resto, tenemos
que aprender a convertir nuestra “cultura de vida” en una disciplina que nos
haga versátiles, flexibles, abiertos al cambio y con una metodología que
nuestra mente y corazón esten preparados para hacer cosas nuevas y creativas.
Evitar que el conocimiento y experiencia nos barre el camino hacia la
experimentación, a arriesgar y luchar por buscar nuevos caminos que nos hagan
avanzar y sentir vivos. Y todo esto, planificado y organizado.
Es muy importante que la razón y el
corazón se unan para conseguir el objetivo que te has marcado.
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